Javier Arcenillas es uno de los fotógrafos más reconocidos a nivel nacional e internacional con trabajo siempre comprometido con una sociedad marginal.
Javier Arcenillas
– ¿Cómo llegaste al mundo de la fotografía? ¿qué o quién te impulsó a ser fotógrafo?
Vengo del mundo del cine, primero hice un curso de vídeo, tendría unos 14 años, me alucinó ver cómo era el mundo de la televisión. Luego conseguí una beca para entrar en la escuela de cine de Madrid, fui con mucha ilusión, aprendí mucho pero me di cuenta que necesitabas mucha gente para poder trabajar, es un trabajo colectivo, además, en esa época necesitabas mucho dinero para poder desarrollar un proyecto, así que lo abandoné. Entré en la escuela de fotografía de Alcobendas, con Fernando Herráez, a partir de aquí descubrí que siendo fotógrafo sí me podía permitir hacer lo que quisiera yo solo. Entonces, empecé a dedicarme más a la fotografía. Con 19 años quería estudiar periodismo, finalmente decidí variar mi camino y estudiar algo que me sirviese para contar historias, por lo que decidí hacer psicología, aunque nunca dejé de formarme cómo fotógrafo. Con 18 años ya empezaba a hacer trabajos de fotógrafo, como ruedas de prensa, calendarios, el dinero que sacaba lo invertía en ampliar mi equipo fotográfico. Cuando terminé la carrera me volqué en la fotografía, empecé trabajando para diarios de provincia, periódicos locales, ganaba muy poco…
– Cuando decides desarrollar un proyecto, ¿qué te impulsa a hacerlo?
Mi trabajo es un trabajo tedioso, soy foto-documentalista, no foto-periodista, por lo que todos mis proyectos son bastante espaciados en el tiempo. Hago uno o dos trabajos al año. El proceso fotográfico suele durar un mes, y el resto del año pienso en los temas que quiero desarrollar. Veo reportajes, a veces copio las ideas de los que quiero hacer, otros son iniciativa mía.
Citizens of despair
– Tu último trabajo es acerca de los sicarios en Guatemala, ¿cómo lograste introducirte en una banda tan cerrada?
Al principio no buscaba hacer un tema sobre la violencia, pero este verano me fui de viaje a Guatemala porque quería hacer un trabajo sobre el negocio de la muerte, a pesar de ser un algo tétrico quería que a la vez fuese divertido. Entonces me iba encontrando homicidios producidos por nota roja, que era gente muerta por acción violenta, me fue llamando la atención. Durante esa época, estaba en casa de foto-periodistas y me ofrecieron durante un mes hacer para ellos ese tipo de información. Así que, empecé a hacer nota roja para el Periódico de Guatemala, gracias a ello me ofrecieron alojamiento, tenía mi fixer (guía), ellos me ayudaban y yo les ofrecía mi trabajo. Hasta que medí cuenta que haciendo nota roja no llegaba a ningún punto, porque lo único que hacía era información de sucesos, no podía evolucionar con eso.Entonces yo quería conocer a las personas que cometían esos sucesos, empecé a indagar acerca de los sicarios en Guatemala. Gracias a uno de los guías que yo tenía, conseguí quedar con unos sicarios que él conocía. Fue muy arriesgado porque ni el propio guía se fiaba de ellos, les pude explicar que era lo que yo trataba de contar, quería que me contasen como habían llegado a esa situación, por qué mataban, entonces descubrí que ellos tenían la necesidad de contarme sus vidas, de esta forma conseguí quedar de nuevo para poder hacerles fotos, grabarles en vídeo y hacerles una entrevista.
Hablé con ellos todo lo que pude, hasta que se aburrieron de contarme sus historias.
– ¿pasaste miedo?
Claro que pasé miedo, no es nada agradable que un chaval de 16 años tenga una pistola en la mano y esté jugando con ella a lado tuyo. Iba siempre con chaleco antibalas, pero era absurdo porque de un tiro en la cabeza no lo te salva nadie. Lo que hacía era ir siempre con mi guía porque era mi contacto, entonces él me guiaba, él veía como se desarrollaba la cita y decidía si era hora de irse o no, por seguridad. Es mejor irse antes con un buen sabor de boca que irse un poco más tarde y que se cansen de ti.
Nunca me trataron mal, me sentí siempre a gusto, pero hay que tener en cuenta que son personas muy peligrosas.
– Has desarrollado ya varios trabajos en América Latina: sicarios, Ciudad esperanza ¿qué te une con América Latina?
Me gusta mucho América Latina, quizá por los lazos de unión que tiene con la cultura española, lo españoles tenemos mucho en común con los colombianos, cubanos, guatemaltecos. Nos unen motivos de religión, culturales, pasionales, viscerales, de lenguaje. Todo esto se nota cuando viajas a estos países. Aparte de eso, es un territorio para explotar fotográficamente muy grande, es una mina inagotable. Y su gente es muy hospitalaria, me siento muy a gusto allí.
– en muchas de tus fotografías salen niños, ¿por qué? ¿qué te transmiten ellos que no lo haga un adulto?
Cuando haces documentalismo, tienes que cubrir unas informaciones que no son agradables, el objetivo de mi trabajo tiene que tener un punto de denuncia, un punto de sátira, entonces el reflejar a los niños en mi trabajo siempre es muy duro. Una persona adulta sin dignidad es duro, pero ver a un niño pasando hambre es lamentable, se te parte el corazón. Es normal que muchos foto-periodistas desarrollen su trabajo hacia los más pequeños. Pero no es el eje principal de mi trabajo, es un recurso que utilizo, pero me dedico exclusivamente a ellos. Aunque es un tema que estaría muy bien explorarlo más.
Jisu Ashram
– En tu opinión, ¿Cuáles son las condiciones necesarias para llegar a ser un fotógrafo?¿qué cualidades tiene que tener?
Una alta preparación intelectual, social, física y mental. La intelectual porque un fotógrafo tiene que ser una persona cultivada, una persona con grandes dotes diplomáticas, culturales, geográficas, literarias, económicas, sociales, en fin, un compendio de estudios, que en realidad lo que hacen es formar la idea de un fotógrafo. Los fotógrafos somos periodistas, escritores, narradores, testigos, somos muchas cosas. De la manera mental, dependiendo de a lo que te vayas a dedicar, si es al fotoperiodismo tienes que estar mentalmente muy preparado para lo que es el fracaso, la derrota, la humillación, las agresiones, la vergüenza… al final el éxito y todo lo demás es una parte tan mínima dentro de nuestra profesión que no lo vemos. En la parte social, tenemos que ser relaciones públicas para establecer relaciones con las personas con las que hablamos, si te dedicas al mundo del fotodocumentalismo o fotoperiodismo, tienes que saber relacionarte con las personas porque gran parte de tu trabajo se desarrolla con ellas.
Un fotógrafo tiene que ser un tipo muy liberal, muy extrovertido, no he conocido en mi vida a un fotógrafo racista o machista, es imposible, porque los fotógrafos se tienen que mezclar con este tipo de cosas para poder hacer bien su trabajo.
– Tus trabajos están basados en la denuncia social, ¿crees que este tipo de reportajes, ayuda a que recapacitemos acerca de lo que sucede fuera de nuestras fronteras?
No, es muy difícil, no nos ilusionemos con leyendas de que podemos cambiar el mundo, nosotros estamos aquí para contar lo que sucede. A veces, ocurre que nuestras imágenes pueden volverse iconos de un suceso clave, hoy día hay miles y miles de fotógrafos, profesionales o no, por lo que ésa imagen icónica puede salir de cualquier cámara y de una manera involuntaria.
– Aunque por otro lado, es muy difícil publicarlos en revistas, dominicales… ¿de qué forma llegas al público?
El futuro no es publicar en prensa, el fotógrafo actual tiene que recapacitar sobre cuál es su trabajo y adonde va destinado, es decir, a mi no me compensa publicar en un diario con un pensamiento conservador, no puedo promulgar una ética, cuando ése mismo medio está ejerciendo un periodismo que no es afín a esta ética. Los periódicos de ahora no pagan lo que vale un reportaje, no les es rentable. Ahora hay muchas maneras de publicar, puedes publicar en website, en medios electrónicos, puedes editar un libro, hacer una exposición. Los fotógrafos del futuro tienen que asociar su producto a algo concreto y venderlo a partir de ahí.
Los grandes fotógrafos siguen publicando, esto seguirá así hasta que el medio impreso termine, que terminará. Y los nuevos fotógrafos están haciendo cosas diferentes, hay buscar nuevas plataformas, multimedia, internet, etc.
Citicens of Despair 03
– ¿qué foto te gustaría hacer, que aún no hayas realizado o a quién te gustaría fotografiar?
Mi relación con la fotografía tiene más que ver con la narrativa que con el arte, yo no me muevo por una pieza concreta, sino por historias. Entonces si lo que me preguntas es ¿qué historias te gustaría contar? La respuesta es muchas, además historias que ya se han contado, pero poder hacerlo desde mi punto de vista, cada persona tiene una sensibilidad hacia cosas concretas.
Cada año me vienen ideas nuevas. Éste año estoy con el tema de la violencia, pero a lo mejor el año que viene estoy con otro. Lo que pretendo es ilusionarme con cada proyecto.
– ¿qué reportaje de los que has realizado valoras más a nivel personal? ¿cuál tienes especial cariño?
Mi trabajo preferido es éste último de los sicarios, ha sido mi trabajo bomba. Nunca pensé que pudiera hacer un trabajo que ralle la comprensión fotográfica narrativa. Tengo trabajos muy buenos pero cortos en unas cosas, muy buenos en estética quizá más flojos en contenido. Y éste último es un chapó personal muy grande, narrativamente es perfecto, la historia es muy actual, mi compromiso con el trabajo ha sido muy grande, su dificultad ha sido extrema, el riesgo muy alto, y por último, la satisfacción personal ha sido muy grande, me he encontrado con un trabajo cum laude para mí, no sólo por los créditos que estoy recibiendo del mismo sino por la propia satisfacción de haberlo realizado. Además, es una primera parte de una historia a tres bandas, y voy a continuarlo. Ahora quiero trabajar sobre las víctimas y luego sobre las migraciones, porque toda ésa violencia en América Latina es un producto a tres: sicarios, víctimas y migraciones.
Sicarios
– Después de todos los premios que has ganado hasta ahora (Fotopress, Médicos del mundo, Unicef, Sony World… ) ¿qué te queda? ¿cuál se te resiste?
Para mí los premios son un medio para un fin, es decir, lo premios son para poder seguir trabajando, ya no me hace ilusión ganar un premio, aunque lo agradezco infinitamente, lo que me hace ilusión es poder financiar mi trabajo. Sé muy bien el trabajo que hago, por lo que un premio no me va a determinar si un trabajo es bueno o malo, me va a ayudar a financiarlo y a difundirlo. Ahora estoy en la etapa, en la que ya no me presento a los premios, ahora me presentan, esto me motiva mucho más, el que alguien piense que yo soy merecedor de ese premio y presentar mi trabajo, me honra.
Para mí el mejor premio es seguir trabajando con ilusión y no perderla nunca.
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